Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Nos reunimos en esta conmemoración para alzar la voz y decir con claridad que la violencia de género no tiene lugar en nuestra sociedad.
La violencia no discrimina: atraviesa fronteras, culturas, edades y géneros. Erradicarla es tarea de todos y todas, y requiere un compromiso firme de la sociedad para proteger a quienes la padecen.
El silencio perpetúa el abuso. Es esencial que aprendamos a detectar las señales tempranas y que actuemos con determinación. Denunciar no solo salva vidas, sino que también envía un mensaje claro de que la violencia no será tolerada bajo ninguna circunstancia. Pero no basta con denunciar, necesitamos crear un entorno seguro, accesible y preventivo.
La violencia deja cicatrices que trascienden a las víctimas directas: familiares, amigos y comunidades también sufren sus consecuencias. Por ello, apoyar a las víctimas y sus familias es fundamental para la recuperación y desarrollo de una sociedad más justa.
El amor no ata, libera. Una relación sana es un espacio donde cada persona puede ser ella misma, donde las diferencias se respetan, y donde la comunicación, el cuidado y la confianza son el eje. Amar no hiere, no controla, no silencia: amar acompaña, respeta y construye.
La educación es nuestra herramienta más poderosa para prevenir la violencia. Enseñar desde la infancia el respeto, la igualdad y la empatía garantiza que las futuras generaciones puedan crecer en un mundo libre de miedo y dominación.
Hoy alzamos la voz por quienes no pudieron hacerlo, por quienes aún viven con miedo y por quienes luchan cada día por sobrevivir. Que este día nos invite a reflexionar sobre cómo nos relacionamos: qué damos, qué permitimos y qué construimos. Ni una menos. ¡Vivas nos queremos!




